Viernes, 26 de septiembre de 2014

 

Los Centros de Arte, Cultura y Turismo y sus trabajadores organizan un emotivo homenaje al genio, desaparecido hoy hace 22 años

Como es ya habitual, los alumnos del CEIP San Juan de Haría participaron en un acto que contó, además, con la actuación de Luis Morera y la intervención de Marcial Martín

Los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo de Lanzarote y sus trabajadores siguen teniendo muy presente a su creador, César Manrique, desaparecido tal día como hoy hace 22 años. Por eso, como es ya tradición, se dieron cita esta mañana en el cementerio de Haría, donde reposan sus restos mortales, para tener un encuentro-homenaje alrededor de la figura del genio, al que asistieron, además, el presidente y consejero de Turismo del Cabildo de Lanzarote, Pedro San Ginés, el vicepresidente de la Corporación, Joaquín Caraballo, el consejero delegado de los CACT, José Juan Lorenzo, además de diversas autoridades de la isla, familiares, amigos y seguidores del artista.

Un grupo de alumnos del CEIP San Juan de Haría fue el encargado de abrir el acto recitando el texto Pastor de vientos y volcanes, escrito por Rafael Alberti en honor a Manrique en 1979.

Entonces, tomó el testigo Marcial Martín. El exdirector de los Centros trazó una breve pero sentida semblanza sobre el artista, “el niño especial que quería ser pintor”. Pintor y escultor desde sus veranos en Famara, “donde dibujaba formas que la última ola le arrebataba”, Martín consideraba a Manrique “un artista integral, un genio que dominaba los espacios naturales degradados como nadie para ponerlos a disposición de la sociedad. Así” explicó, “hizo la obra histórica-artística más importante de Lanzarote del siglo XX”.

Marcial Martín destacó la importancia del binomio César Manrique-José Ramírez Cerdá (por aquel entonces, presidente del Cabildo de Lanzarote) y reivindicó una política de altura para afrontar los retos que se presentan a una sociedad, “tal y como hicieron Manrique y Ramírez, que junto a sus equipos, nos guiaron para pasar de una economía de subsistencia vinculada a la pesca y la agricultura al actual modelo económico de la isla gracias a este binomio”.

César Manrique quería una isla limpia, ordenada y equilibrada” reflexionó Martín, “con una capacidad de carga que no pusiera en peligro su esencia, y sería feliz porque sus principios y valores volvieran a estar presentes, pero lo estaría aún más si todos nos dejáramos de localismos y viéramos la isla como un todo armónico. Espero” concluyó, “que su legado perdure en el tiempo”.

Luis Morera, voz y compositor del grupo Taburiente, puso el broche de oro al acto recitando una emotiva malagueña dedicada al “gigante del Universo”.

César Manrique, el genio inmortal

César Manrique (Arrecife, 24 de abril de 1919-Teguise, 25 de septiembre de 1992) consiguió cincelar sobre el entorno natural una obra en perfecta simbiosis y equilibrio con el escenario en el que trabajaba. Interpretó como nadie la belleza y el valor del espacio que le envolvía, y plasmó en él su genial imaginación. Su legado y prestigio traspasaron fronteras pero, sin duda, es en Lanzarote, la isla que le vio nacer, donde logró manifestar en mayor medida su amor por el paisaje, ese que otros consideraban desértico, árido e inhóspito pero que para él era sinónimo de belleza. Así, desde el respeto, la admiración y la gratitud hacia el entorno en el que había crecido, elaboró su trabajo.

Su primera obra en Lanzarote, y quizás la más espectacular, fue Jameos del Agua, con la creación de un auditorio natural perfectamente integrado en una caprichosa formación volcánica. Su belleza, sus contrastes de luz y colores la convierten en un trabajo universalmente admirado. Esta obra puede resumir en gran medida lo que Manrique realizó durante toda su vida: composición de espacios en los que la aportación humana quedara armoniosamente integrada con el entorno natural, ensalzando su belleza y sus valores. El mirador del Río, su propia casa, en el Taro de Tahiche, el Monumento al Campesino y el Jardín de Cactus son otras de las obras más significativas del artista.

Pero Manrique también dejó un importante legado fuera de su isla natal. Destacan el espectacular mirador de La Peña, en El Hierro; el mirador de Palmarejo, en La Gomera; el Parque Marítimo de Puerto de la Cruz y Playa Jardín, en Tenerife; el Centro Comercial La Vaguada, en Madrid, y el amplio Parque Marítimo del Mediterráneo, en Ceuta. Son todas ellas creaciones de espacios públicos, trabajos de arquitectura y urbanismo verdaderamente singulares donde el entorno natural es el principal protagonista.

Para César Manrique la naturaleza no fue sólo la referencia fundamental para su creación artística sino también para su vida. No creó en la naturaleza sino que creó con ella, y su relación con el entorno no fue simplemente estética sino de un verdadero y ejemplar compromiso con la defensa del medio ambiente.

Redacción: Cabildo de Lanzarote

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